Discutir con uno mismo es más complicado
de lo que pudiera parecer a primera vista.
Apenas José y Miguel, las dos personalidades de mi nombre, comenzaron a
discutir sobre los parquímetros en Córdoba.
He aquí sus puntos de vista:
José está muy de acuerdo en que se
instalen parquímetros en el centro de la ciudad, lo cual va a agilizar la
llegada de clientes potenciales, al evitar el monopolio de calles apropiadas
por los propietarios y empleados de negocios del centro. Afirma que el número de estacionamientos no
es suficiente, además de que la mayoría cobran en exceso sin que ninguna
autoridad los controle o intervenga.
Sobre todo porque por una estancia de 15 o 20 minutos, cobran la hora
completa y eso le parece injusto.
La propuesta del ayuntamiento de hacerse
de parquímetros propios también le gusta, pues elimina el argumento de que
terceros harán negocio con las calles de la ciudad, cuando debe ser la propia
ciudad la que se beneficie de esos recursos.
Aunque le suena un poco alto el importe de
las máquinas que supuestamente ya están apalabradas para expedir los billetitos
con la cantidad de tiempo de que dispone cada automóvil para estacionarse, sabe
de buena fuente, que todavía en el ayuntamiento no han decidido cuál será la
empresa (por lo menos formalmente) que se verá favorecida con la adquisición de
los cajeros de banqueta.
Está seguro de que el dinero será usado
para mejorar las vialidades de la ciudad, y quiere que se instalen lo más
pronto posible.
Miguel por el contrario, insiste en que no
debe ser una decisión unilateral del ayuntamiento y menos de dos personas
líderes de cámaras empresariales, pues considera que se debe consultar a la
población afectada y escuchar la voz del pueblo.
A Miguel no le gusta que el ayuntamiento
se lleve más dinero a sus arcas, pues considera que el reparto de puestos y
prebendas en esta administración, opacó con creces lo que tanto se le criticaba
a los últimos gobiernos priístas. Es un
firme convencido de que llegó un grupo de panistas y que la cabeza decidió el
reparto del botín, entendiéndose como tal, los recursos del ayuntamiento. Como argumento nos recuerda que el gasto por
nómina y servicios personales es más alto en este cuatrienio que en el anterior
trienio.
Insiste en que el dinero está mejor en los
bolsillos de los cordobeses que en la tesorería del ayuntamiento. Y poco o
mucho que se pague en parquímetros, ese dinero está mejor en las manos de sus
propietarios actuales, aún cuando se afecte la viabilidad comercial del centro
de la ciudad.
A cambio de los parquímetros, sugiere que
se regulen las tarifas por cada cuarto de hora o cada media hora, y que se
establezca en el reglamento municipal, un máximo de cuota por hora de
estacionamiento, con el fin de que los propietarios actuales no abusen, y
además con reglas claras, pueda haber más inversionistas interesados en
proporcionar estacionamientos en el centro, con lo cual se suple el monopolio
de espacios para estacionarse que según José, existe en esa zona.
Miguel dice que mientras para algunas
cosas, el ayuntamiento nos trata como si fuéramos del primer mundo, cuando se
trata de tomar decisiones, éstas se toman de manera unilateral, en lugar de
tomarse en cuenta la voz del pueblo.
Total que ante esta situación de mi doble
personalidad, no estoy seguro de que esté a favor o en contra de los
parquímetros. Sobre todo porque he visto cómo tratan a los turistas en
Veracruz, los encargados de inmovilizar los vehículos cuyo tiempo ha terminado. Sin el mínimo criterio y con una marcada
prepotencia.
Un amigo (ese sí fuera de mi cerebro),
afirma que el ayuntamiento nada más quiere obtener más recursos de los no
fiscalizables, para cumplir sus aviesos fines, y exige que mejor se reduzca la
plantilla laboral, y se reduzcan los estratosféricos salarios que se pagan a
determinados funcionarios, y afirma que con eso se ahorraría la misma o mayor
cantidad de dinero que la que se va a obtener por parquímetros, e incluso
insiste en que se puede regular el tiempo que esté un vehículo estacionado, sin
necesidad de instalar los parquímetros, porque ya se hizo en otras ocasiones;
mientras que un par de amigas, los ven como la única solución a la
imposibilidad de encontrar un cajón de estacionamiento vacío en el centro
comercial de Córdoba.
El manejo del dinero, la forma de tratar a
los automovilistas, y sobre todo la aplicación estricta de la ley a todos por
igual, nos dirán en el corto o mediano plazo si Tomás Ríos se equivocó o fue un
éxito su propuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario