Leo y veo con mucho agrado los comentarios
que surgen tanto del Obispo Patiño en la región de Córdoba, como en el
semanario ¨Desde la Fe¨ el principal órgano de difusión de la Iglesia Católica
en México. En ambos casos se observa
una iglesia militante, una iglesia comprometida con México, y cuando menos, en
las declaraciones, preocupada por lo que sucede en el país y cómo mejorar la
situación.
¨Desde la Fe¨ pone el dedo en la llaga en
cuanto a la jerarquía de los problemas del país. Habla claramente de la
corrupción y la compara con un ¨deporte nacional¨. El lugar que le da a su
combate (o más bien a la falta de combate a la corrupción), permite comprender
la importancia que no sólo los católicos, sino todos los mexicanos debemos de
darle a los dos temas que corroen el tejido social del país: La corrupción y la
Impunidad. Bien por este editorial.
La corrupción todos sabemos que existe,
desde aquél que entrega una mordida para acelerar un trámite, hasta el que
entrega un porcentaje del contrato con que salió beneficiado por alguna
dependencia del sector público, o los negocios ilícitos al amparo del poder.
Enumerar los casos de corrupción en los que se puede ver involucrado un
mexicano y sobre todo, el daño que le causa la corrupción en cada acto de
convivencia entre gobierno y particulares o en las relaciones de los mismos
particulares exige un libro con un tamaño similar al Quijote de Cervantes.
¨Desde la Fe¨ señala con dedo acusador al
sector público, y su falta de auto vigilancia, en particular reclama que en
campaña Enrique Peña Nieto ofreció combatir la corrupción y a la fecha no vemos
el mínimo avance al respecto. Y aquí
como en todo, se puede aplicar una cita bíblica: ¨se observa la paja en el ojo
ajeno y no la viga en el propio¨.
Los que hemos tenido la suerte de acceder
a información privilegiada, sabemos de la enorme amistad que existe entre
jerarcas religiosos y políticos poderosos. Conocemos de primera mano los
acuerdos en privado, ¨en lo oscurito¨
que se llevan a cabo. No sólo previo y durante las campañas políticas, sino
también a lo largo de los ejercicios de gobierno. Y me explico: Los gobiernos sobre todo
estatales y federales buscan siempre la
no agresión de parte de la jerarquía religiosa (no sólo la católica), y así
ofrecen apoyos y amistad a Cardenales, Arzobispos y Obispos (y uno que otro
cura con influencia en la población), a cambio de no recibir críticas, de que
no se azuce a la población en contra de malas políticas del gobernante, e
incluso de recibir críticas suaves en sus publicaciones y sermones o prédicas.
Pero es también conocido en México que la
propia Iglesia Católica tiene en su seno muchos casos de encubrimiento,
complicidad, corrupción, violaciones a las leyes humanas y al derecho canónico,
y sin embargo, no pasa nada.
Se sabe de agrupaciones religiosas (para
no hablar exclusivamente de la Iglesia Católica), que le lavan el cerebro a sus
files, e incluso se ha sabido de casos en los que la desmedida ambición, ha
provocado pérdidas de patrimonio, pues algunos fieles venden hasta su casa
habitación, para dársela a Dios (entiéndase a sus pastores y ministros pues
Dios no toma dinero en sus manos), ante la promesa de que ¨Lo que le dieres a
Dios, Él te lo multiplicará diez veces¨.
Tiene toda la razón el semanario ¨Desde la
Fe¨ en reclamar un combate real a la corrupción e implícitamente a la
impunidad, en el seno de los tres niveles de gobierno y los tres poderes. Falta
que se ponga el ejemplo con la misma mano dura que debiera de existir afuera,
para que en el propio seno de la Iglesia Católica se combata la corrupción y la
impunidad. Impunidad que es de todos conocidos ha ejercido desde el Cardenal
Norberto Rivera protegiendo a su sobrino, y muchos obispos protegiendo a
sacerdotes que han cometido diversas faltas tanto del fuero común como del
fuero eclesial.
Cambiando de tema, llama la atención que
Arturo Jaramillo Palomino delegado provincial de Veracruz Norte del Supremo
Consejo de México, (Uff, que nombre tan largo), mezcla verdad con mentira en
sus declaraciones al visitar Córdoba, a un congreso masónico de grados
filosóficos.
Jaramillo afirma que las reformas han
perjudicado a los mexicanos y que la mayoría no está de acuerdo con ellas.
Afirmación que es muy fácil conceder. Y
hasta aquí podemos decir que habla con la verdad. En la segunda parte de su afirmación sobre
las reformas estructurales, afirma (sin probar) que las reformas son impuestas
desde el extranjero. Es decir, deslinda a los mexicanos que abusan de los
mexicanos, para definir que los mexicanos somos buenos (todos) y que los
extranjeros son los malos que nos imponen todo.
Como si México fuera menor de edad, y fácilmente influenciable.
Esa historia de que todo lo malo que le
pasa a México viene del extranjero, es la mejor justificación para la
irresponsabilidad histórica, el chambismo y la mediocridad que ha caracterizado
el desarrollo de nuestro país.
Para quien esto escribe está muy claro que
los mexicanos somos los responsables de nuestro propio destino. Buenas o malas,
las reformas estructurales las propone y las aprueban mexicanos. No hay órdenes
exteriores. Y si hubiera presiones, que cobardía aceptarlas en perjuicio del
pueblo de México. Incluso si hubiera
amenazas para aprobarlas, los mexicanos hemos demostrado que podemos luchar y
vencer, hasta a las potencias. No
olvidemos que Juárez luchó contra Francia y Maximiliano por defender la
soberanía de México, y eso en contra del Emperador Maximiliano quien fue
nombrado por la logia escocesa de Veracruz masón grado 33 a días de haber
llegado a Veracruz.
Así que si hay sometimiento es de
mexicanos. No debemos eludir nuestra responsabilidad histórica asumiendo que
los malos son los extranjeros y los buenos los nacionales. México es de los mexicanos y nosotros tomamos
nuestras decisiones, asumimos los costos y los beneficios de actuar o no
actuar, e incluso de asumirnos como responsables de nuestro destino, o simples
espectadores de lo que supuestas potencias extranjeras deciden por
nosotros. Estamos en el siglo XXI, hay
que hacer avanzar en nuestras cabezas doscientos años de historia
transcurridos.
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